Los alimentos ricos en grasa y en colesterol pueden aumentar el peligro de un ataque cardíaco si se comen en exceso, y por tanto deberían comerse con moderación. Escogiendo piezas de carne (baja en grasa: pollo, pavo y pescado), moderando el consumo de huevos (3 veces por semana), y quizás empleando algo de leche descremada en lugar de leche entera, es posible aprovechar algunas de las cualidades nutricionales de esos alimentos, como vitaminas y elementos minerales suficientes y proteínas de buena calidad, sin experimentar ninguna de las posibles consecuencias indeseables de la ingestión excesiva de grasas.
De forma similar, se deberían seleccionar con cuidado los alimentos ricos en hidratos de carbono:
Para obtener los hidratos de carbono que contribuyen a satisfacer las necesidades energéticas del cuerpo, no conviene depender excesivamente de los simples, como el azúcar; es mejor para la salud obtenerlos de las arvejas, frutos secos, frutas y hortalizas y de los panes y otros productos de cereales integrales ya que los alimentos mencionados anteriormente aportan hidratos de carbono complejos como lo es la fibra alimentaria que ayuda para aumentar la saciedad, movilizar el colesterol de los vasos sanguíneos, prevenir cáncer de colon, entre otros beneficios.
Aunque no existen pruebas convincentes de que el azúcar produce diabetes o enfermedades cardíacas y vasculares de forma directa, promueve al aumento de peso y acumulación de grasa en el organismo; también aumenta el riesgo de caries dentales, sobre todo si se consume entre comidas.
Por estas razones, la ingestión de azúcar debería ser moderada, cosa que se puede conseguir restringiendo la cantidad de caramelos, pastas y postres dulces que se consumen.
Por otra parte, existen razones para advertir que el hábito de consumir comidas saladas aumenta el peligro de hipertensión, especialmente en algunos grupos o individuos con antecedentes familiares de tensión sanguínea elevada. Por esta razón, si se limita el empleo de condimentos que contengan sal añadiendo sólo pequeñas cantidades de sal al cocinar prefiriendo aromatizantes como hojitas de laurel, orégano para mejorar el sabor de las comidas, de esta manera se contribuye a mantener una ingestión de sodio más en línea con nuestras necesidades fisiológicas, haciendo así menos probable que se deteriore nuestra salud.
Teniendo en cuenta esas consideraciones, es posible satisfacer todas nuestras necesidades nutricionales y, al mismo tiempo, disfrutar de la dieta y mantener el costo de la comida dentro de límites razonables.
Evidentemente, el éxito en la planificación de las comidas depende de muchos otros factores, además del de satisfacer las necesidades de nutrientes. Esos factores incluyen la composición familiar, los hábitos alimentarios y las influencias culturales, el costo de los alimentos, el tiempo disponible para preparar las comidas y el hecho de que es deseable incluir alimentos variados en las comidas.
Todos estos factores aconsejan no ser rígido en las recomendaciones de emplear determinados alimentos. Más bien, lo importante es que se puedan elaborar dietas adecuadas con una considerable flexibilidad, si esas dietas se basan en los grupos de alimentos mencionados.