La miel real es un producto elaborado por las abejas, que permite el crecimiento de las larvas de estos insectos.
Algunos benéficos en los seres humanos, la miel real se asocia con efectos estimulantes sobre ciertas regiones del hipotálamo, un área del cerebro vinculada con la actividad neurovegetativa y la regulación de las hormonas de la hipófisis. Por lo tanto y de manera indirecta, parece regular la producción de las glándulas suprarrenales. Por ese motivo, no se indica su administración ante los casos de insuficiencia adrenal crónica (enfermedad de Addison). Además, estimularía el crecimiento y los índices de desarrollo por sus efectos hipofisarios.
Se destacan además sus efectos antisépticos sobre virus y bacterias, así como su estimulación del metabolismo celular con regeneración de distintos tejidos, con especial hincapié en los epitelios como la piel. En consecuencia, retrasa el envejecimiento cutáneo.
Este producto elaborado por las abejas, parece actuar sobre el sistema parasimpático, con estímulo de los receptores de acetilcolina, mediante los cuales reduce tanto el ritmo cardíaco como la presión arterial. Por el mismo mecanismo, estimula el tránsito del tubo digestivo.
En relación con el estado general, se la ha asociado con un incremento de la longevidad, así como con mayor vitalidad, mejor regulación del humor y elevada resistencia a factores estresantes biológicos como la exposición al frío, la fatiga muscular y la astenia y la resistencia a la insulina que caracteriza a los diabéticos tipo 2.
En circunstancias que afectan a los ancianos, se ha sugerido su administración para reducir la convalecencia de gripe, por un lado, y para reducir la incidencia de incontinencia urinaria, por el otro. Su acción inmumoduladora, se ha vinculado también con actividad antitumoral, de acuerdo con los resultados en modelos de experimentación con animales.
Sin embargo, la ingesta de este producto debe ser controlada y minuciosa. Se recomienda enfáticamente no exceder la dosis de 500 mg diarios, así como debe evitarse su utilización durante períodos prolongados. El uso crónico en dosis indiscriminada, se ha asociado con efectos adversos como la taquicardia, la cefalea, la hipertensión arterial y las náuseas.
Resulta además de gran importancia la conservación, ya que esta sustancia es fotosensible y termolábil, lo que significa que se deteriora rápidamente en presencia de luz solar directa o por la exposición al calor. Debe mantenerse en envases oscuros a una temperatura no mayor a los 2ºC.